La Tacita de Barro En Manos del Alfarero: Metáfora Para Edificar Tu Vida En Dios

La Metáfora del Alfarero y La Tacita de Barro Que Somos Tú y Yo

Lo primero que hace el alfarero es darle forma con sus propias manos. Para tales fines es necesario que después de mojarla se apresure para darle forma con movimientos que a la futura tacita de barro, le son muy incómodas y dolorosos. El objetivo es darle la forma que el alfarero desea y sabe, es la correcta.

La Tacita de Barro En Manos del Alfarero: Metáfora

Después de este proceso es necesario que la meta a un horno caliente (la pobre tacita de barro no puede entender como es posible que su creador la meta en un horno tan caliente y duda o simplemente no cree en el amor del alfarero por bonito que este le hable). Ese proceso duele mucho y la pobre tacita de barro lo está sufriendo y sólo quiere que su tormento tenga fin.

Luego de un buen rato, la tacita de barro se siente feliz al ver que es sacada del horno ardiente es y puesta en una muy acogedora repisa para enfriar, se siente muy bien y empieza otra vez a confiar en su creador, el tan amado alfarero que con sus propias manos y mucho amor le dio forma.

Este momento de regocijo y tranquilidad dura poco tiempo, ya que es necesario cepillar y pintar la tacita de barro. Sí, soportar un fuerte cepillo que le desgarra la piel y luego ese olor tan fuerte y molesto de la pintura que le quita su color original y le da uno que le parece muy extraño. La tacita de barro solamente siente dolor y angustias y se queja amargamente de que su creador no siente amor por ella, ya que solamente le hace sufrir.

Cuando por fin termina este proceso de cepillado y pintura y que la tacita de barro empieza a estar tranquila, se le pasa el dolor provocado por el cepillo y el olor de la pintura deja de ser tan molesto, pero para su sorpresa vuelve a ser introducida en un horno, el mismo que esta vez está mucho más caliente.

Solamente pensemos en toda la angustia de la pobre tacita de barro, el calor de ese horno tan caliente y la gran decepción que tenía de su creador. El alfarero no la podía amor si sólo le causaba dolor y siendo de esta forma, ¿cuál sería su futuro en manos de dicho personaje? ¡Cuán grande fue su alivio cuando vio que la sacaron del horno y fue puesta sobre una repisa para enfriar!

Este es el momento cuando el alfarero está dispuesto a responderle las preguntas a la tan frustrada tacita y le dice que desde mucho antes de su creación él la amó y más de lo que ella se puede imaginar. En resumen, le confiesa lo siguiente.

1-Si no me apresura a darle forma con las manos, te hubiera secado.

2-Si no te paso por el primer horno, muy pronto te hubieras agrietado y roto.

3-Si no te hubiera cepillado, no fuera tan suave y tierna.

4-Si no te hubiese pintado, tu vida no tendería color.

5-Si no te hubiese pasado por el segundo horno, no podrías durar mucho tiempo.

Si amado lector tú y yo somos esa tacita de barro en manos de Dios y es necesario que pasemos por momentos difíciles que son necesarios para nuestro crecimiento y que en el momento no podemos comprender, confía en Dios, Jesucristo y Su Evangelio. Dios te bendiga tacita de barro.