En Las Manos de Dios Nuestro Alfarero: El Mejor Lugar En Que Podemos Estar

Lo Más Importante Es Confiar La Vida En Las Manos de Dios

En las manos de Dios nuestro alfarero es en donde debe estar siempre la vida de todo hombre o mujer que de verdad se dice ser creyente. Cristianos o no, el ser humano necesita vivir según los fundamentos establecidos por su creador el cual sin lugar a dudas sabe lo que más conviene a sus hijos (los hombres y mujeres de fe).

En Las Manos de Dios Nuestro Alfarero

Al decir cristiano o no, me refiero de forma respetuosa a los que no lo son. Un buen ejemplo son los Judíos que no aceptan a Jesucristo como Señor y Salvador y sin embargo son tal vez las personas más celosas de la ley de Dios, lo único que todavía no pueden reconocer que Cristo vino y es el mismo que clavaron en un madero.

La Importancia de Estar En Las Manos de Dios


Al igual que el pueblo Judío, muchas personas por el mundo no pueden entender las verdades de su creador y mucho menos su voluntad. Somos obras de sus manos y como tales es de fundamental importancia estar siempre en su presencia sujeto a su voluntad. Estamos en sus manos, él es el alfarero que da sentido a nuestras vidas y la mejor forma es mediante la creación de una nueva criatura que nace de reconocer a Cristo como Señor y Salvador y siendo sellado por su Santo Espíritu.

Nosotros podemos ver en este pasaje: Jeremías 18:1-2, que lo más importante es recibir la palabra de Dios, y para poder recibir la palabra de Dios, existe la necesidad de ir a la casa del Alfarero. Estar en su presencia es fundamental para recibir su palabra la cual es lumbrera en nuestro camino y como dice el Salmo 1: Somos bienaventurado cuando meditamos en ella de día y de noche y en ella esta nuestra delicia.


Con Sus Propias Manos Dios Creó El Templo Que Somos Tú y Yo


Con mucho amor, de una forma muy especial y con sus propias Manos, en el Principio, el gran Artesano, el primer Alfarero, Nuestro Dios, hizo una vasija de barro con un propósito eterno que es ponerse a sí mismo dentro de ella. Dios tiene un templo para vivir y es cada creyente que pueda ponerse en sus manos y dejarse dirigir por él (todo sabemos que el Espíritu del Señor no mora en templo sucio y por lo tanto debe ser purificado y adecuado para ser un recipiente digno de su presencia). Quiéres agradar a Dios?, pues cuida su templo!

No es que realmente tengamos algún mérito para tener el privilegio de ser casa de Dios, es que por su gran amor cuando nos acercamos a su presencia con fe, él pone en nosotros ese gran tesoro para una vida agradable en su presencia y ser mensajeros fieles del reino de los cielos. 2da. Corintios 4:7: "Pero tenemos este tesoro en vasos de barro para que la excelencia del poder sea de Dios y no de nosotros".

En el sentido natural el hombre fue formado del polvo de la tierra según como podemos ver en Génesis 2:7: "Entonces Jehová Dios formó al hombre del polvo de la tierra, y sopló en su nariz aliento de vida, y fue el hombre un ser viviente". A causa del pecado fruto de la desobediencia el hombre perdió su comunión con Dios, pero las promesas fieles de Jesús, son de restauración.

Hoy en día el Señor crea un hombre espiritual por medio del nuevo nacimiento en Cristo. En el simbolismo del bautismo, tenemos esta representación de morir al pecado y nacer como nueva criatura en las manos de Dios, el Alfarero que te creo y que desea perfeccionar su obra en ti. Job 33:6: "de barro fui yo también formado".

Si la humanidad pudiera entender lo que es ser hijo de Dios, recibir los consejos del padre más amoroso que puede existir y disfrutar de su cuidado. Isaías 64:8, "Ahora pues Jehová, Tú eres nuestro Padre; nosotros barro, y Tú el que nos formaste, así que obra de tus manos somos todos nosotros". Puede que el proceso tal sea doloroso, pero Dios sabe lo que está haciendo, recuerda la metáfora de "La Tacita de Barro En Manos del Alfarero".

Ciertamente podemos dar testimonio de que el hombre es su obra maestra. Al ver la historia de la creación, podemos darnos cuenta como nuestro creador da un mandato y con el poder de su palabra mediante la acción sé su Santo Espíritu forma todo lo creado, pero cuando llega el tiempo de crear al hombre, cuando ya el paraíso estaba listo para recibirlo, dice una palabra maravillosa, dijo, "hagamos".

Nuestro Alfarero hizo una obra perfecta, pues lo hizo a su imagen y semejanza: "Hagamos al hombre a nuestra imagen, conforme a nuestra semejanza; y señoree en los peces del mar, en las aves de los cielos, en las bestias, en toda la tierra, y en todo animal que se arrastra sobre la tierra. Y creó Dios al hombre a su imagen, a imagen de Dios lo creó; varón y hembra los creó" (Génesis 1:26,27).

Lo que ha pasado con la humanidad es que se rebeló contra la voluntad de Dios por causa del pecado (la desobediencia, el buscar su propio camino), el hombre se separó de los principios de su creador. Al pretender ser el arquitecto de su propio destino (uno distinto del que Dios siempre quiso para el ser humano), el hombre perdió la capacidad de usar bien ese gran poder que le fue entregado de administrar el planeta y esa es la causa de todos los males.

Si queremos una sociedad distinta: sin tantos conflictos, con menos dolor y todos esos grandes problemas que tenemos, debemos regresar a la fuente y dejar que sea Dios quien moldee la vida de cada uno de nosotros. En su palabra está la receta: "el Espíritu nos guía a toda verdad y justicia", es decir, que pongamos nuestras vidas "en las manos de Dios, nuestro alfarero".